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Autor : Marcos Kenneth Categoría : Blog, Depresión
Tags : agotamiento, depresión, depresión en tu vida, descorazonador, dolor, el río de la vida, psicólogo en Las Palmas de Gran Caaria, psicólogo en Las Palmas de Gran Canaria, psicólogo Las Palmas, psicólogo Las Palmas de Gran Canaria, psicólogos en Las Palmas, psicólogos en Las Palmas de Gran Canaria, psicólogos Las Palmas, tratamiento de la ansiedad en Las Palmas de Gran Canaria, tratamiento de la depresión en Las Palmas, tratamiento de la depresión en Las Palmas de Gran Canaria, tu camino, vida sin depresión
Imagina que te han puesto en el río de tu vida y te han pedido que flotes en el río hasta el final.
No se te han dado muchas instrucciones sobre cómo hacerlo; lo que sí te han asegurado es que el río terminará en el océano.
Poco después de que comiences el viaje, el río empieza a tener curvas y meandros; ya no parece tan claro que estés avanzando mientras flotas; a veces te mueves muy lentamente, casi imperceptiblemente y empiezas a preguntarte si es que estás llegando al final del río, ya que no parece que estés avanzando hacia ningún sitio con tantos giros de la corriente.
Es frustrante y no te queda otro remedio que empezar a caminar por el río para poder progresar tal como tú piensas que necesitas.
Un poco más tarde, la corriente empieza a acelerarse y de repente estás entre auténticos rápidos del río. El río te impulsa de un lado para otro y empiezas a golpearte con las rocas que encuentras en tu camino. El agua se te mete en los ojos todo el rato y te empapa por completo, empiezas a sentir agotamiento, dolor y descorazonamiento.
Al poco, ya no puedes más y nadas hacia la orilla.
Piensas que si la vida fuera justa, este río iría derecho hacia el mar, sin tanta vuelta, ni obstáculos, ni rápidos.
Si la función de los ríos es llevar agua al océano, ¿por qué hay tantas rocas y giros? ¿Qué tienen que ver las rocas con llevar agua al océano?
¡No es justo que los ríos estén hechos de esta forma!
Entonces decides que si el río no cambia de forma inmediatamente, no te vas a meter más en él.
Y mientras sientes este disgusto tan grande, te das cuenta de que el agua no decidió ir hacia la orilla, ni quejarse de su viaje. Simplemente hace lo que sabe hacer. El agua entiende cuál es la naturaleza del río.
¿Cómo vas a llegar al océano si te quedas en la orilla viendo cómo fluye el agua?
¿Qué podrías aceptar y a qué podrías comprometerte para llegar al final del viaje?
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