Un consejo para recuperar el entusiasmo perdido

¿Te cansas de hacer lo mismo cada día? ¿O de mirar tus viejos muebles? ¿Te sientes presa de tu rutina diaria?

 

Aquí te presento una posible estrategia para recuperar el entusiasmo perdido

 

¿Qué pasa cuando cambiamos de contexto? ¿Qué ocurre cuándo hacemos cosas en lugar no habituales?

Según un reciente trabajo científico, hacer las mismas cosas de forma diferente puede cambiar el grado en que las disfrutamos hasta el punto en el que pareciera que las estamos haciendo por vez primera.

Según los autores con los objetos ocurre igual: con el mobiliario por ejemplo, si movemos unas estanterías de una habitación  a otra, refrescaremos el modo en que las percibimos.

 

Los autores del estudio desarrollaron una serie de experimentos, el primero de los cuales hacía creer a los 68 participantes, que estaban tomando parte en un trabajo para ayudar a la gente a comer más despacio. A la mitad de ellos se les pidió que comieran 10 roscas con la mano mientras que a la otra mitad se le pidió que las comieran usando palillos.

 

Posteriormente los participantes tenían que evaluar cuánto habían disfrutado con las roscas y lo sabrosas que las habían econtrado, resultando que el grupo que las comió con palillos las había saboreado más que el otro; la expliaccaión que daban los participantes era que habían tenido que prestar más atención para poder comérselas con los palillos.

Según los autores, el hecho de tener que prestar más atención, había hecho que los sujetos estuvieran totalmente inmersos en la experiencia, como si fuera la primera vez que comían roscas.

En el siguiente experimento, 300 participantes tenían evaluar su experiencia al beber agua de dos formas diferentes: la mitad debía de hacerlo de la forma habitual y la otra mitad tenía que inventarse un modo nuevo y divertido para bebérsela; algunos utilizaron por ejemplo para tomarse el agua, un vaso de martini, mientras que otros pusieron el agua en un sobre y otros en un recipiente para lamerla como los gatos.

Como era de esperar, quienes bebieron el agua de la forma no habitual disfrutaron más de la experiencia.

 

Más tardes los autores realizaron otro experimento en el que pedían a los participantes evaluar la experiencia de visionar un vídeo de un minuto de duración de un motociclista tres veces: las dos primeras visualizaciones eran normales, mientras que en la tercera, un tercio del grupo tenía que verlo poniendo las manos delante de sus ojos como si fueran gafas, otro tercio tenía que verlo mientras estaban boca abajo y el último tercio, de forma normal.

El grupo que vio el vídeo usando sus manos como si fueran gafas fue el que más disfrutó; el grupo que lo vio de forma normal, fue el que menos disfrute evaluó y, el grupo que visionó el vídeo boca abajo, disfrutó algo más, pero no tanto como el primero, pues argumentó que, aunque curiosa, la posición era incómoda.

Los autores del trabajo nuevamente explicaron este efecto argumentando que el ver el vídeo de una forma diferente a la habitual había hecho que prestaran más atención, por lo que, generalizando, hacer las cosas cotidianas de forma diferente puede hacer que disfrutemos más de ellas:

“Es más fácil de lo que creemos, y quizás sea mejor encontrar nuevas formas de usar lo que tenemos que estar siempre comprando cosas nuevas”

 

Quizás era esto lo que quería decir Marcel Proust cuando decía….

 

El mindfulness puede lograr que veamos nuestro entorno sin que el velo de nuestros pensamientos lo juzguen como conocido, cotidiano, repetido o aburrido.

Tampoco tiene por que ser nuevo ni misterioso…tan sólo ser.

 

 

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