En la terapia psicológica existen muchas corrientes o enfoques, por lo que hay muchos tipos de terapia.
Yo trabajo fundamentalmente con la Terapia Breve Estratégica y con la Terapia de Aceptación y Compromiso, aunque en ocasiones también utilizo otras como la Terapia Cognitivo-Conductual, la Hipnosis naturalista o la Programación Neurolingüística.
La razón es que considero que de una forma u otra es el propio paciente el que demanda el tipo de terapia más efectivo cuando expone el motivo que le trae a consulta.
Por otro lado, mientras la filosofía de fondo del terapeuta sea consistente, su deber es utilizar aquellas herramientas que lleven al paciente lo más efectiva y rápidamente posible a vivir su vida de una forma funcional y autónoma. Hay técnicas terapéuticas que podrían englobarse en una corriente o en otra dependiendo de quien las utilice.
La Terapia Breve Estratégica es un enfoque según el cual cuando el paciente llega a consulta ya ha intentado “resolver su problema” previamente de muchas formas.
Estas soluciones intentadas no le han sido útiles, ya que en caso contrario no habría acudido al psicólogo. Es necesario probar “algo nuevo” algo que vaya en dirección opuesta a la seguida hasta ahora pues los intentos de solución fracasados muchas veces se han convertido en parte del problema alimentando el “círculo vicioso”.
Para convertir este círculo vicioso en un “círculo beneficioso” el paciente debe dar un giro de 180 º en sus intentos de solución. Por exponerlo con una metáfora, sería como apagar el fuego echando más leña encima.
Esta terapia ha demostrado ser útil frente a multitud de perturbaciones como la ansiedad, la depresión, las obsesiones, las adicciones, los trastornos alimentarios, etc.
La Terapia de Aceptación y Compromiso es una de las terapias denominadas de Tercera Generación pues han nacido con posterioridad a otras como la terapia cognitivo-conductual. No obstante ya cuenta con una extensa evidencia científica.
Una de las ideas fundamental de este enfoque es que hay personas que para evitar determinadas emociones negativas en sus vidas se limitan de tal forma que acaban por dejar de perseguir lo que realmente valoran. La terapia por tanto tiene como objetivo enseñar a esas personas a seguir actuando en función de sus valores sin huir de esas emociones negativas que le limitaban.
La emoción negativa por excelencia es el miedo. Por tanto, este tipo de terapia es muy útil para personas con ansiedad, fobias, obsesiones, síntomas depresivos, dolor crónico, etc.